El señor Palangre me recomendó hace un tiempo un blog al que él es asiduo: No puedo creer que lo hayan inventado
Hoy en un momento de aburrimiento, lo he visitado con un poco más de atención de lo habitual y he encontrado una cosa genial. Es un invento brillante, sencillo y eficaz.
Pero para que entiendan porque me ha impresionado, déjenme ponerles en situación:
Cuando yo iba al instituto (que para mi era el cole, porque era en el mismo colegio que EGB), llegábamos muy temprano y estábamos allí todo el día, hasta después de comer.
Como ya les he comentado alguna vez soy de Lleida, y allí el frío y la niebla pueden convertir el recreo en un infierno helado.
Así que en invierno nos pasábamos el recreo en los pasillos, cerca de los radiadores. El almuerzo era algo muy entrañable, con los abrigos atados hasta el cuello y con las capuchas enfundadas. Parecíamos esquimales.
Entonces un día un compañero de clase tuvo una idea genial. Una fría mañana entramos todos en clase y él se acercó al radiador y dejó encima un bocata.
Al terminar la clase, en la hora de descanso, todos nos acercamos a ver que había hecho (en esa época, podía ser cualquier cosa)
Abrió el papel de Albal, y allí estaba: un bocata de sobrasada y queso desecho, humeante y preparado para combatir el frío.
A partir de entonces las clases empezaban con unos 25 bocatas sobre los radiadores, cada uno en su espacio.
Almorzar se convirtió en el mejor momento del día. Era una sensación genial.
Por eso este invento me parece genial: es una pieza de cerámica para poner encima de los radiadores y calentar el café y el almuerzo.
Si queréis saber más sobre ello: